COLUMNISTAS

Señalar actos corruptivo o corruptores es lenguaje de odio

 

Por José Lima Cobos

Los señalamientos que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador hace mediante un lenguaje claro y preciso de actos de corrupción —que ya está tipificado como delito grave en la Constitución— constituyen una expresión de odio y molestia a quienes, durante tanto tiempo se utilizó como el sistema más eficiente para lubricar el sistema político imperante de manera que los beneficiarios de los grandes atracos y saqueos a la nación, era la vida de la normalidad, tan es así, que  los  ministros de la Suprema Corte de Justicia, otrora togados de alto coturno, ni se  inmutan y la practican con argumentos ridículos y pueriles, igual o similares al grupo de Claudio X. González.

Ya todo lo que hoy se restriega en la jeta de los grandes atracadores y saqueadores de la nación —se sabía, solo que se manejaba de forma discreta, para que no se pusiera en entredicho su “honestidad y prestigio”, aunque el dedo flamígero se dejaba sentir por doquier, tan es así, el caso de Miguel Alemán Valdés— inicio de la etapa corruptiva  del país y que en vida expresó, según afirmaba el gobernador López Arias, que había recomendado que no quería que no se abriera la página de su historia y, tan así lo fue, que cuando Alemán —el pequeño— quiso ser diputado federal allá por el año 67 por el distrito de Acayucan —hegemonía alemanista— no se hizo, sino hasta la época de Zedillo que logró ser senador y gobernador de Veracruz, pero su padre ya no existía.

No hay duda, que como dice el refrán o el dicho que el que de ajeno se viste en la calle lo desnudan o cualquiera les saca sus trapitos al sol, por eso, en este gobierno de transformación profunda, el presidente López Obrador, sin duda alguna utiliza, con firmeza pues señala el grado de corrupción que imperó en el pasado —aunque aún no se extirpa del todo— ha sido el causante único de la criminalidad y la violencia, pues al dejarse en manos de la corrupción los bienes de la nación y al entregarse a particulares voraces e insaciables los bienes públicos, la sociedad sufrió las consecuencias que, no es tarea fácil de erradicar y más cuando de un millonario que existía en el pasado, —todo un orgullo para Garza Sada, por su trabajo— hoy son muchos los que tiene trancada la economía del país en pocas manos y la molestia de distribuirla, daña, gravemente, los intereses de quienes son enfermos de abundancia, es decir, las complicaciones para adquirir medicamentos, cárceles, hospitales, concesiones de todo género, no tuvo límites y en eso radica todo el nivel de corrupción que repercute en la sociedad.

La molestia es normal ante tantos cínicos y desvergonzados heridos de muerte y que se hable con un lenguaje claro  que es  lo  que se califica  de odio y de polarizar al  país, pues los medios de comunicación que vivían de la placenta gubernamental, —lo que ahora se ha reducido— ahora se nutren con los recursos acumulados, su  nutrición es otra y eso les permite el lenguaje soez y de odio contra el  presidente, y tan es así, que si se investiga a todos los involucrados y las grandes malversaciones, el asombro sería mayúsculo, pues es evidente la jurisprudencia de la Corte, propuesta por el exministro Medina Mora —acusado de hacer transferencias sospechosas   cuando estuvo en Inglaterra y Estrados Unidos de embajador de Peña Nieto, y que antes había estado en la Policía Judicial Federal y en la procuraduría y tiene pendiente la violación de onces mujeres en Atenco— en la que precia que el gobierno mexicano no puede solicitar la congelación de cuentas de los delincuentes, si no está de por medio una solicitud  de un gobierno extranjero esto traiciona al país al exigirle al Estado mexicano que pida autorización para combatir la criminalidad que se arropa en el dinero malhabido.

Por si lo anterior fuera poco la descongelación de cuentas de la esposa de Genaro García, señalado culpable de narcotráfico en el gobierno de Estados Unidos o bien García Cabeza de Vaca que aspira a la presidencia, pero desde el exilio porque aquí el ministro de la Corte, José Luis González, echó bajo una orden de aprehensión, pese a que había sido desaforado por los diputados para que respondiera por sus crímenes y ahora se siente perseguido político, actos de corrupción evidentes que se quedan sin castigo porque  los ministros —que son once— violentan, de manera descarnada y descarada, la constitución política que juraron cumplir y hacer cumplir.

Si con los anteriores casos relevantes de los ministros de la Corte no pasa nada, no tenemos porque espantarnos que acontezca los actos violentos que es causa de lo causado, los de arriba roban y violan las leyes, abajo se copia, de manea que “ladrón que roba a ladrón” de Dios alcanza el perdón, así es que, no es de resignarse, sino que el presidente siga abriendo la caja de Pandora para que toda la misma que es mucha, salga a flote, ante que nos sepulte a todos.

Hay razones suficiente para que el presidente arrecie su lenguaje contra la corrupción, en la que ha estado inmerso el país, pues las palabras son hacen mucha mella en los bandidos, sin embargo, el pueblo para oreja y así alcanzará su libertad que se debe reflejar en el voto que es única arma para que la violencia se sepulte, porque la violencia como la preconizan los adversarios de balazos y no abrazos que es represión del Estado a nada conduce.

 


 

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