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PAN, cueva de bandidos

Por José Páramo Castro

En el discurso los partidos que integran la alianza opositora Va por México, dicen estar unidos, pero los hechos los contradicen, sobre todo a causa de la selección de candidatos y su relación con la competencia interna entre posibles abanderados de los tres partidos que la integran.

Las divisiones no son teóricas ni ideológicas como el sentido común podría arrojar, son por intereses que chocan entre sus cúpulas y que cada uno debe defender como propios.

Es precisamente esta pugna por las candidaturas que no se le ve futuro a la alianza opositora, independientemente de su suerte en las urnas.

Si continúan unidos los tres partidos después de los resultados de las elecciones de junio del próximo año, nadie puede asegurar que sigan así, luego de querer colocar a un panista o un priísta para competir contra morena por el cargo político más importante de México. La cohesión entre los tres partidos se ve difícil desde ahora, y para 2024, será peor.

Los lazos que los unen son oscuros como el tener militantes implicados en casos de corrupción, o intereses con empresas internacionales a grado tal que les daban jugosas comisiones para apoyarlos en el Congreso, o tratos en lo oscurito con empresarios nacionales y extranjeros para entregarles la riqueza de los mexicanos, etc. Es decir, la alianza no se crea alrededor de ideas u objetivos sino de intereses, que es evidente, no son los del pueblo.

De ahí que a pesar de las evidencias que los marcan como delincuentes comunes les sirven a panistas y priístas para decir que son perseguidos políticos y tratar de alcanzar la impunidad acostumbrada en los anteriores regímenes, que tenían al Poder Judicial bajo sus pies.

El Poder Judicial sigue en manos de la corrupción, porque se trata de un sector heredado por el zedillismo, que, al destituir a los magistrados de la Suprema Corte, inicia la entrega de dicho sector al PAN, que se enquistó hasta la ignominia de supurar sólo corrupción, de ahí que todavía haya jueces y magistrados injustos e ilegales.

 

 

 

DELINCUENTE COMO CANDIDATO

Por ejemplo, uno de los personajes que podría nombrarse como un delincuente común, porque el hecho de que haya tenido cargos públicos no lo convierte en perseguido político, es el ex alcalde de Huixquilucan, Estado de México, Enrique Vargas del Villar, panista de origen, a quien se le señala por comprar inmuebles a personas muertas, golpear a mujeres, agredir policías, atacar el Palacio Nacional de madrugada, etc.

En estas transas muy similares a las de las cometidas por el cártel inmobiliario por sus correligionarios panistas en la Ciudad de México, donde la cúpula del partido y familiares de Felipe Calderón están implicadas.

Ante las evidencias de los negocios turbios, el preferido del líder nacional del PAN para el Estado de México, Vargas del Villar, parece haber encontrado el final de su carrera política y el principio de su proceso penal que, de hacerse justicia, terminará en la cárcel.

En Huixquilucan compró un rancho a una mujer que murió 20 meses antes de la transacción inmobiliaria y en Miami Florida compró en enero de este año un departamento de lujo.

Enrique Vargas del Villar compró en septiembre de 2017 un terreno en Paseo de los Ciruelos 8, a Arzaluz Gutiérrez, quien falleció el 25 de noviembre de 1981, de acuerdo con su acta de defunción 8675397.

En ese lugar erigió muros de cinco metros, y construyó un rancho con caballerizas, establo, capilla, lugar al que nombró “Rancho Vargas”, en Huixquilucan

El 17 de febrero de 2022, Enrique Vargas del Villar vendió el rancho a Anuar Roberto Azar Figueroa, líder estatal del PAN en el Edomex por 12 millones de pesos.

 

 

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