COLUMNISTAS

Los invitados de piedra

 

Por Laura Cevallos

México tiene un aparato electoral muy robusto, funcional y satisfactorio; que trabaja perfectamente, a pesar de toda la mala fe del gobierno encabezado por un presidente antidemocrático y un partido político mayoritario que ocupa, a la mala, escaños que fueron impuestos sin liderazgo real.

Su importancia es tal, que es un referente internacional y estos días, el INE fue sede de la Cumbre Global de la Democracia Electoral, porque el liderazgo de nuestras autoridades y la calidad en las discusiones y procedimientos es tal, que otros países tienen que venir a aprender qué es y cómo se hace la democracia.

 

 

Es increíble que haya quienes crean que este es un momento idóneo para transformar al más impecable instituto electoral, para convertirlo en uno que deje sin garantía de voto y los demás derechos de los ciudadanos, y que no provea un piso de equidad a los candidatos y partidos… No veo como hay quienes imaginan un escenario diferente a éste, en que los consejeros electorales toman partido a favor de una facción ideológica que tiene la razón y el derecho de exigir que los ciudadanos sólo sean invitados de piedra y que a petición o sugerencia de sus miembros, se puedan instrumentar procedimientos sancionadores contra políticos desagradables, periodistas o ciudadanos, aun haciendo que las leyes actuales, aún y cuando no lo enuncien, se tuerzan a favor del derecho de las élites.

¿Cómo pueden creer los ciudadanos que hay alguna posibilidad de que ellos sean los que decidan quiénes deben ocupar los más altos escaños por medio de elecciones democráticas? Eso es totalmente insoltin an onaxceptabol.

Este debe ser el cuento guajiro que se cuentan a diario, frente al espejo o durante las pláticas íntimas, los funcionarios del Instituto Nacional Electoral y sus infaltables defensores, que creen que su sola presencia es la encarnación de la democracia. Y que gracias a que ellos hacen presencia en la cúpula, existe total garantía de legalidad. Pero, siempre hay un pero, para poder dar tales signos de bonhomía, los mexicanos tenemos que pagar altísimos tributos, porque, en palabras del Presidente del Consejo Nacional del INE, la democracia es muy cara y cada año fiscal debe elevarse el monto que se solicita, aun y cuando la cantidad de comicios electorales no lo justifican; y como lo hicieron un lema, en otros sexenios, los miembros del poder judicial federal aseguraron que los sueldos groseramente elevados aseguraban una distancia total de las tentaciones de los sobornos, aunque tampoco haya sido la realidad y sí, en cambio, ha sido causa de amparos en que dicen defender sus emolumentos por tratarse de derechos laborales (mentira podrida, un derecho laboral se reconoce como el resultado de una lucha gremial, y no a los privilegios otorgados mutuamente entre miembros de élites de poder político-económicos), para poder seguir ganando sueldos anticonstitucionales, porque el texto de la Carta Magna, pone como límite el salario del ciudadano Presidente, que ronda los 132 mil pesos, más o menos y que, para los dichosos funcionarios dorados, se tasa en los 262 mil pesos, o sea el doble, y eso sin contar con los bonos, premios y picos extras.

 

 

Así que, a pesar del giro dramático de los acontecimientos, resulta que con todo y los sueldazos, siempre no hay tales garantías de respeto a la legalidad; cuando el legislativo pone un límite económico en sus gastos, o si se piden cuentas de cada erogación y compra, inexplicablemente, el fin para el que existe el instituto no puede realizarse (es decir, las votaciones o consultas); si no se les entregan grandes caudales monetarios o salarios increíbles que se han mantenido a punta de amparos por ser contrarios a lo que establece la Constitución, entonces se resisten a hacer su labor…

 

Como antes no existían estos extremos presupuestales, y se podía justificar el pago de tenencia de los autos de lujo de los magistrados, o la tintorería de las togas y las croquetas de los perros de quién sabe quién, y como no había una sola persona que tuviera acceso a esta información, se aprovechaban y usaban la tarjeta American Express institucional, para pagar incluso, el cine. ¿No es asqueroso en extremo que alguien que gana más que el sueldo del presidente, tenga el cinismo de seguir usando el dinero del erario para gastos personales como el catering en las oficinas, la gasolina, seguro vehicular, sueldo del chofer, el automóvil que se renueva con frecuencia (cómo un funcionario de tan alto nivel va a viajar en un auto modelo año anterior, ¡Por Dios!), o las cuentas de celular y la famosa dieta diaria, eso sin contar el jugosísimo aguinaldo que, literalmente, no lo tiene ni Obama?

Pero claro que es deleznable, aunque a ellos, nuestra opinión poco importa.

Ellos son la democracia encarnada, y nuestro agradecimiento debe ser eterno y profundo, y tal como ocurrió con los españoles, padecen de esa enfermedad rara que sólo se cura con oro, muuucho oro. Si están tan desahuciados, si su padecimiento “aurumitis aguda” es tan grave, pues bien pueden sucumbir ante sus efectos de privación a partir de ahora, porque es un hecho que los ciudadanos estamos convencidos que la democracia no tiene por qué ser cara, como ellos aseguran, ni tan complicados los procedimientos contra los adversarios de su grupo político, porque la democracia, siendo un arte político inherente al ser humano, se reduce a elegir y respetar la elección de la mayoría. Pero estos sujetos que creen que han inventado el hilo negro, nos quieren volver a vender espejitos con las mismas técnicas de hace quinientos años.

La ciudadanía no es sólo ir a votar y pagar los impuestos. Cada vez más nos demostramos que la política es un ejercicio diario y que estamos en el camino de tomar todas las tareas inherentes a la democracia en nuestras manos. ¿Invitados de piedra? Nunca más: #LaReformaElectoralVA.

 

 

 

Twitter: @cevalloslaura

 

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