COLUMNISTAS

Usos y costumbres, una tradición necesaria

 

Por Ángel Álvaro Peña 

Durante medio siglo San Pedro y San Pablo Ayutla, y Tamazulápam del Espíritu Santo, habían tenido conflictos de carácter social y de gobierno. Se solucionaron por la insistencia en el diálogo y la importancia del trabajo en equipo. Dos de los 570 municipios que tiene Oaxaca. Donde ante cualquier conflicto social se prefería pintar su raya y crear, de la noche a la mañana un nuevo municipio.

Los choques eran continuos, los pretextos sobraban, desde la distribución de agua, los límites, la fertilidad de las tierras dibujaban nuevos trazos en la geografía de la entidad. Las diferentes maneras de gobierno, los hombres que llegaban de lejos para imponer sus criterios, los caciques y sus abusos hicieron de las autoridades un enemigo de los ciudadanos.

San Pedro y San Pablo Ayutla y Tamazulápam, no se rindieron ante las diferencias ni pospusieron o rehuyeron las pláticas.

En Oaxaca, 406 municipios se rigen por el principio de usos y costumbres, una manera de darle el poder al pueblo y voz a quienes tienen sus raíces en su tierra. Una autoridad que no existe en ninguna otra parte del mundo.

Esta forma de autogobierno, inspirada en la forma de autoridad indígena está amparada legalmente en el Artículo 2 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. La manera de ver la realidad de Oaxaca requiere de despojarse de cualquier condición política y social propia del país.

 

SOLUCIONANDO PROBLEMAS

El gobierno estatal sentó las bases para una incansable búsqueda de solución a los problemas de estos municipios que discutían por el derecho al agua. Finalmente llegaron a una conclusión salomónica, dividir el acceso del líquido en partes iguales

El arreglo fue tan complejo como inédito, tanto que se comentó en una visita del Presidente de la República y se mostró como ejemplo de lo que puede lograrse con la palabra. Alejandro Murat, señaló: “Como gobernador, rechazo la polarización; como gobernador, no creo que a partir del odio se pueda construir la esperanza de un país diferente, se construye a partir del diálogo, a partir de los acuerdos y eso es lo que hemos sabido hacer aquí en Oaxaca y los resultados están, más que en palabras, en hechos contundentes y ahorita los estaré compartiendo”.

Remató: “Pero aquí entendemos que, en los temas sociales, diálogo; y cuando se agota el diálogo, más diálogo”. Ponderó el trabajo en equipo, la voluntad de solución de los jefes de esos municipios y la confianza en un arreglo justo.

Jesús Galván Rojas, presidente de San Pedro y San Pablo Ayutla y Rafael Juárez Martínez, presidente municipal de Tamazulápam del Espíritu Santo, coincidieron en la mañanera, hablaron de la trascendencia de la palabra: “Iniciamos nuestro diálogo cansados de tantos años de problemas, de conflictos agrarios y por el agua. Decidimos el año pasado iniciar con nuestro diálogo, respaldado cada uno de las acciones por nuestras asambleas, con el apoyo de nuestras autoridades auxiliares, como son los agentes, de este año y del año pasado”.

La profundidad de los pueblos que tienen en su tierra la mejor manera de ver el universo es también sabiduría y en ese arreglo, la confianza mutua, su fe en la palabra y el abrazo fraterno crearon lo que en muchos lugares del país es imposible.

El diálogo es un derecho y un trabajo de todos para solucionar los problemas sociales. Una enseñanza que viene desde las raíces de nuestra tierra y el centro de nuestro origen: “También queremos agradecer a los compañeros de Comuna, que también nos estuvieron apoyando después de esta firma de acuerdo para ir tocando puertas, avanzar y lograr también el apoyo muy significativo del gobierno estatal”.

La sencillez de las tareas de gobierno, es un factor común en estas regiones que se muestran claramente como un ejemplo que no quiere decir regresar al pasado sino reconocer que el futuro está muchas veces en las raíces. Así, agradecieron a “nuestros comuneros, hombres y mujeres, niños y niñas, quienes contribuyeron en la resolución y resolvimos nuestros en los dos municipios, sin ellos no se pudo haber hecho”.

Domar el conflicto hasta domesticarlo a partir de la confianza de quien fuera contrincante para después del arreglo hermanarse de nuevo y ver que el problema quedó solucionado, proceso que en el mundo de la civilidad convencional no tiene cabida. Desde luego, los buenos oficios de todos, tuvo una participación determinante, desde los niños hasta los caciques, los comunes y los jóvenes que desde que nacieron tenía el conflicto como paisaje cotidiano, una situación que costó vidas y justificaba muertes.

Lo que antes imprimía temor, asomarse a las tierras del vecino, ahora es una fiesta compartida según platicaron los presidentes municipales, quienes comparten la tierra y el agua.

Donde el debate debe prevalecer, es decir, en la sesión de un lugar donde la palabra tiene prioridad para arreglar conflictos, dar solución a los problemas, disminuir las diferencias y armonizar en el Congreso donde se exponen y discuten las leyes, los gritos se suman y las razones se restan y nuca se llega a nada. Hasta retos a golpes surgen como si estuvieran en las cavernas cuando deben imponerse las ideas.

La sabiduría en nuestro país viene de los pueblos que no añoran otros países sino que con las palabras que su lengua madre encuentran el camino de la paz social.

 

PEGA Y CORRE

La última intervención del secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, fue dedicada a mostrar la caducidad de la Organización de Estados Americanos, cuya labor dejó de ser útil y en lugar de dedicarse a reducir los efectos de la pandemia en favor de la salud continental, contribuyó a un Golpe de Estado en Bolivia…

 

Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.