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El Presidente y la nostalgia por el poder

 

Por Ángel Álvaro Peña

En una Conferencia Matutina que disfrazó de nostalgia y no fue sólo en apariencia, el Presidente tuvo un anuncio que pocos advirtieron: la herencia de su proyecto, al que llamó anteproyecto, que tiene que ver con la continuidad de la economía hasta ahora llevada a cabo, la planificación de oportunidades para los ciudadanos, entre otros temas.

El proyecto apenas comienza a elaborarlo, según afirmó, con la inmediata aclaración de que es sólo una sugerencia, ya que está de acuerdo con que quien llegue deberá imponer su estilo personal y tomara distancia o proximidad con los lineamientos de Andrés Manuel López Obrador.

Señaló que no estará vigilante a su desarrollo pero sí comenta que entregará el documento a quien llegue, porque tiene la certeza de que llegará alguien de Morena, y es posible que llegue alguien que ya conoce su nombre y apellidos.

Este documento puede ser interpretado por su sucesor como una intromisión agresiva o bien como una imposición amigable, dependerá de quién sea el elegido, pero sobre todo de manera en que sea electo.

El anuncio del anteproyecto en una conferencia en la que reproduce una canción que podría identificarse como una despedida, muestra que el Presidente ya sabe quién va a ganar la encuesta, o lo que es lo mismo ya tiene su elegido.

Los politólogos aseguran que dará señales. poco a poco, el Presidente para que la gente encuentre simpatías en el personaje que él quiere que sea, para que, de esa manera, la gente se incline por él o ella, de acuerdo a su gusto y parecer. Entonces, señalan los expertos, la gente se volcará a favor de aquel cuyas señas coincidan con el discurso que lanzará López Obrador, que se sucederán como piezas de rompecabezas en varias mañaneras y los mexicanos, pero, sobre todo los políticos, deberán leer entre líneas.

Aclaró que “Se trata de una sugerencia y no de imponer una decisión”. Aunque no hace falta mucha profundidad para conocer quién está más cerca de su proyecto y quién está más lejos entre los tres primeros lugares en las encuestas previas.

 

 

López Obrador, tendrá un correligionario en el próximo presidente, en cuyas funciones desconoce si echará por la borda lo que tanto trabajo le costó aprobar e insertar en la política del país. Podría deshacer más de una disposición de gobierno, no sólo con el apoyo de Morena sino de la oposición. No cabe duda que estará atento al cumplimiento de sus sugerencias. Así sabrá, aunque sea tarde, de lealtades y deslealtades.

Esto quiere decir que no se retirará del todo, que la lejanía de la política nacional que había prometido guardar en su retiro del rancho era, sólo una estrategia para alejar el fantasma de la reelección, que desde el principio del sexenio estuvo presente en las críticas. Así, el actual presiente ve que el tiempo se acaba y el poder de apaga, que los tiempos son definitivos y que el 1 de septiembre deberá dejar el cargo para convertirse en nada, sólo un recuerdo en la política mexicana que la historia juzgará.

El legado que coloca como sugerencia el presidente es también el reconocimiento de que no le alcanzó el tiempo para cumplir con sus proyectos. Así lo comentó ese mismo día, cuando habló de la relación del gobierno con los bancos, cuando afirmó que un gobierno que comienza tiene tiempo de mantener una relación estable con los bancos, se refería a la posible compra de City Banamex, que estuvo en venta y ahora ya no quiere venderse, y su relación es nebulosa.

La visión del Presidente cuestiona la política neoliberal y como un consejo la lanza al tiempo desde su tribuna favorita, al decir que para esa corriente política lo mejor es que el Estado posea pocas responsabilidades, y que todo se le deje a la iniciativa privada. Así como sucedía en sexenios anteriores. Así, el hecho de que el gobierno adquiera un banco vendría a contradecir ese proyecto que ya muestra su caducidad en varias partes del mundo y que es sustituido por políticas más libres que o pertenecen a ninguna ideología predominante sino que se adaptan a la idiosincrasia del país donde se desarrollan.

Así, el presidente Andrés Manuel López Obrador, incidió en la conferencia del 3 de agosto su despedida.

Con un proyecto que consideró sugerencia donde, de acuerdo con su visión, se trata de reorientar el desarrollo a regiones específicas de México, y hasta intercalará los cultivos deben privilegiarse y cuáles no, así como el futuro de la industria energética.

La nostalgia suele convertirse en apego al poder, a veces en obsesión a la grandeza que en algún momento se tuvo. Eso explica que más de un ex presidente no deje de opinar todavía sobre la política actual y quieran convencer a sus partidos de que el regreso al pasado es parte del futuro.

Después de casi cinco años de gobierno la oposición pudo darse cuenta de que la reelección no está en los planes del presidente, aunque esto no implica que se resista. En su interior, a dejar el poder. Hizo lo que se pudo o lo que le permitieron hacer, en un periodo donde su majestad el amparo trató de imponer la ruta política del país.

La oposición se dedicó a sabotear un proyecto con el que no estaba de acuerdo pero fue incapaz de debatir sobre los diferentes temas que terminaba rechazando, con sus alianzas legislativas. Falta más de un año para que llegue el nuevo presidente o presidenta, como para decir que el tiempo se acabó, lo que terminó fue la imposición de la agenda, la atención al ciento por ciento a López Obrador, la obligatoriedad de ver la mañanera, la necesidad de pensar en el futuro y, sobre todo, de valorar el voto de todas y cada uno de los mexicanos.

 

PEGA Y CORRE

El PAN y la Unión Nacional de Padres de Familia, ambos entes conservadores,  son los únicos que rechazan los contenidos de los libros de texto. El partido tiene tan pocos militantes que puede perder su registro por esa causa, y la Unión carece de miembros y seguidores. La población y los padres de familia ni siquiera han tenido en sus manos los libros.

 

Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes