NACIONAL

Otra marcha opositora, una razón más para la reforma electoral

 

<<El INE se convirtió, por unos momentos, en partido político y la oposición, se sintió fuerte, por unos minutos>>

 

 

Por Ángel Álvaro Peña

Algo tiene este gobierno que antes se manifestaban en las calles los pobres y ahora marchan muy molestos los ricos. Porque en la marcha del 26 de febrero, en ningún momento hubo una persona pobre que pidiera sus derechos vitales, como comida, trabajo, casa o empleo. Las causas de los marchantes del domingo pasado fueron de un nivel más sofisticado.

Lo que se muestra en esta manifestación es el hecho de que, en primer lugar, los partidos políticos han sido rebasados. La inconformidad social no encuentra un partido político que los represente, menos aún el PAN que se convirtió en una organización criminal, no sólo por los cómplices de García Luna que debe haber en sus filas sino por delitos como los que mantienen a Ricardo Anaya y a Calderón fuera del país. Sin olvidar a los implicados en el cartel inmobiliario de la Ciudad de México donde su ambición ha llegado al extremo de que gente muera en los edificios que nunca debieron construirse.

En este sentido, la sociedad mexicana encuentra una representación que les dé personalidad de disidente, carta de presentación de inconformes con el actual régimen, lo cual es muy legítimo, y ven en la defensa del INE la única opción de no integrarse a un partido corrupto y tener una bandera.

Así, el INE y sus actuales consejeros electorales ven cristalizado uno de sus grandes sueños, ser un partido político y no sólo un árbitro electoral. Así le será más fácil nombrar a una carta ajo la manga que dicen será sorpresiva pero nada tiene de sorprendente, lanzar como candidato de la oposición para 2024 a José Woldenberg, ex presidente consejero, quien tiene también su pasado oscuro dentro del entonces IFE.

 

 

EL SUEÑO DE LA OPOSICIÓN

La multitud que se instaló en el zócalo el domingo pasado alcanza también un sueño acariciado largamente por el Presidente de la República: tener una oposición coherente, con propuestas e ideas propias; sin embargo, aquí la cantidad de asistentes le pone un pie en la cabeza a la calidad, porque pocos o nadie sabe por quién se manifestó, sin los intereses que defendió, ni las causas que movieron a los oradores a hablar y exhibirse como defensores de la democracia después de haber sido cómplices de la antidemocracia. Hay mucho de qué hablar de esos oradores.

La marcha de la clase media desgasta a los partidos de oposición más que al partido en el poder. Porque s obligación de los partidos convocar y afiliar la inconformidad social. Pero si los partidos existentes sólo convocan pero no afilian ni ataren votos a sus candidatos, sólo son utilizados por intereses que sus propios líderes desconocen.

Uno de los problemas que no han podido superar quienes marcharon es la discriminación, porque tanto líderes políticos como militantes de la oposición, insisten en afirmar que marchó la población, aseguran que caminaron con los ciudadanos, como si quienes no marcharon fueran mexicanos de segunda. La visión racista de algunos de los que marcharon explican la raíz de su conservadurismo y dan cuenta de las razones por las cuales prefieren seguir a un empresario que a un líder político.

El financiamiento de la oposición en la persona de Claudio X. González, crea una confusión donde los intereses de una persona se disfrazan de lucha social y de defensa a la democracia y a pesar de lo obvio de esta situación, algunos no lo advierten todavía.

 

 

Aquí es necesario construir sobre los inconformes una mejor y mayor información, porque si bien hay gente inconforme muy pocos de ellos conocen las razones de fondo. Así como hubo mucha gente en el zócalo, aproximadamente 90 mil personas, quienes consideran que la bandera del INE es el principio de su participación política más allá del voto, también deben conocer con mayor certeza y convicción las razones de su inconformidad, porque hay muchas versiones sobre la realidad nacional, y los entrevistados que marcharon el domingo no tienen muy claras las causas de su participación ni las ideas suficientes como para crear conciencia sólida sobre el país.

La decadencia de los partidos políticos, su desgaste en la lucha por la descalificación, sus vínculos con delincuentes dentro y fuera de los tres partidos participantes en la alianza opositora, exigen de cambios que ni los propios defensores de la inmovilidad entienden su urgente necesidad. El simple hecho de que ellos marchen por las calles es un motivo, más que suficiente, para reformar las normas de las elecciones.

Sin darse cuenta los asistentes a la marcha exigen, sin saberlo, un cambio en las leyes electorales, donde ellos tengan un espacio, porque se trata de una clase media que nunca había participado en política más allá de sus votos y muchas veces ni siquiera ejercía su derecho al sufragio. Su presencia en la calle es expresión de un cambio que debe reflejarse en la evolución de las leyes electorales de México. Su toma de conciencia sobre la realidad el país, su despertar a la vida pública, su intención de cambiar o impedir cambios es reflejo de la necesidad de cambios en una estructura donde ellos piden que todo quede como está, cuando en realidad su participación en las calles dice lo contrario.

De no existir un cambio drástico en la forma de hacer política del actual gobierno quienes se manifestaron en las calles el domingo no hubieran salido a expresar su posición. Esto nos habla de un cambio en la realidad social que empuja la condición política, y las elecciones son el sostén de la política en toda democracia. Entonces es obligado que haya cambios en las normas que rigen las elecciones para darle alcance a las transformaciones sociales.

 

 

Más allá de los adjetivos liberales o conservadores, está la relación de todos y cada uno de los mexicanos con la realidad, pero si esta realidad es tergiversada por medios que han dado muestras de no ser confiables, vale la pena una reflexión de todos sobre la participación activa en la política del país.

Si una clase social que nunca había salido a las calles, encuentra los motivos para caminar en ellas en protesta o en favor de algo, habla de un cambio histórico.