COLUMNISTAS

El juicio contra el estado mexicano

 

Por Ricardo Homs

El juicio contra García Luna en realidad fue una pasarela con testimonios que exhibían la corrupción gubernamental y la colusión con los cárteles, operada desde las oficinas del secretario de seguridad pública mexicano. De esta forma se exhibió la capacidad de operación de estos grupos delincuenciales.

En realidad, pareciera ser que García Luna fue el pretexto, pues los testigos protegidos no han podido aportar pruebas contundentes hasta hoy, pero sí han entretenido a la opinión pública con sus historias bastante creíbles.

Este proceso jurídico, -a diferencia del de El Chapo-, es que mientras aquel enjuiciaba a Guzmán Loera por actos delictivos, este otro enjuicia al sistema gubernamental mexicano por estar coludido en la protección del crimen organizado.

Por ello se percibe el interés por politizar este proceso: en el lado norteamericano para justificar el nivel de eficiencia operativa de los cárteles mexicanos, su peligrosidad y la impunidad que les rodea y así equipararlos a los terroristas. Del lado mexicano para evidenciar la corrupción de los gobiernos anteriores y diferenciarse de ellos.

Pareciera ser que lo que quiso exhibir la autoridad norteamericana es que su contraparte mexicana, -aún al más alto nivel-, no es confiable y por ello deben actuar de forma directa.

La versión de mayor raiting fue la del fiscal de Nayarit, -Edgar Veytia, encarcelado en Estados Unidos-, quien narró el testimonio de quien en ese entonces era el gobernador de Nayarit, -Ney González-, de haber sostenido una reunión con García Luna y el presidente Calderón, con el objetivo de pedir que se protegiera al cártel de Sinaloa, -ésto mientras él, Veytia-, trabajaba con Roberto Sandoval, que en esa época era alcalde de Tepic.

También testificó Veytia que los Beltrán Leyva, pagaron la campaña electoral del gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval.

Este ha sido un juicio totalmente politizado, pues las simples menciones del presidente Calderón  han sido oro molido para el presidente López Obrador y MORENA, pues les permiten exhibir al “periodo neoliberal” como corrupto, aunque no haya ningún testimonio contundente.

El presidente López Obrador continuamente menciona a este juicio en sus mañaneras, aunque sin comprometerse a emitir opiniones o calificativos. Sin embargo, Mario Delgado, -presidente de Morena-, se lanzó de modo insultante en contra del expresidente.

Hasta ahora, -y a reserva de conocer el final de este juicio contra García Luna-, este proceso judicial parece ser una serie televisiva de “suspenso”, con protagonistas y todo el elenco mexicano, -incluido el guión-, pero grabada en USA.

Para entender las debilidades de este juicio es necesario comprender que este modelo de impartición de justicia, -con la participación de testigos protegidos-, fue creado para la sociedad norteamericana, movida por valores morales luterano-calvinistas, que son los que mueven a las sociedades sajonas.

En ese modelo de sociedad mentir ante la autoridad es castigado con mucho rigor, -mientras en México-, mentir es la dinámica cotidiana con la que se construyen los expedientes judiciales, pues la mentira está arraigada en la idiosincrasia mexicana.

En México miente la autoridad, y por ello se hacen montajes en las detenciones de presuntos culpables, además de que los policías siembran droga para extorsionar a los detenidos, sólo por citar dos ejemplos.

Además, las fiscalías mienten para cerrar con premura y éxito casos de alto impacto mediático, -aunque se castigue a inocentes-, y los abogados de los indiciados mienten para liberar a sus clientes.

Por tanto, en esta fase del juicio en contra de García Luna, donde participaron como testigos protegidos reos mexicanos que purgan condenas en Estados Unidos y fueron llevados con la promesa de obtener beneficios en sus propias sentencias a cambio de su colaboración, ¿Quién dudaría de que éstos se hayan esforzado por dar la versión más sorprendente? y hacerse acreedores al premio prometido. Nada que perder y mucho que ganar por parte de estos testigos connacionales nuestros, que ahora trabajan para la fiscalía norteamericana.

Mientras no se erradique el uso de la mentira en el ámbito de la justicia mexicana, -con castigos ejemplares para los infractores, que contemplen cárcel, por las implicaciones de la mentira en el destino de los indiciados-, no debe ser viable el uso de testigos protegidos.

Si alguna responsabilidad tiene Calderón en este juicio , -mientras no se exhiban pruebas contundentes más allá de los dichos-, es la de todos los presidentes mexicanos y en general todos los funcionarios públicos, incluidos los actuales: proteger a sus subordinados cuando son cuestionados y no investigar con objetividad para llegar a la verdad.

Hoy vemos que las mañaneras son el tribunal donde el único juez absuelve a priori a todos sus subordinados y amigos cuando son denunciados por acciones que faltan a la ética y la responsabilidad gubernamental, -e incluso-, cuando son acusados mediáticamente de alguna acción delictiva.

Toooodos son honorables… son grandes funcionarios y las acusaciones “pura politiquería”, porque todo el que forma parte de la 4T no es igual a los de antes; los de ahora son diferentes.

La amistad es un gran valor moral y proteger a quienes colaboran con nosotros habla muy bien de una persona. Sin embargo, cuando está de por medio la comisión de un delito o los intereses de la nación, las prioridades debiesen cambiarse.

Esta es la principal debilidad política de todos nuestros presidentes y en general, de la clase política. Por ello la corrupción tiene los niveles que hoy conocemos.

Llama la atención que la DEA, FBI y la CIA en este juicio no hayan aportado grabaciones que exhiban de modo contundente conversaciones que puedan definir de modo determinante la culpabilidad de García Luna, que seguramente la tiene.

Podríamos concluir que ha sido tan evidente la subjetividad y el show de esta fase del juicio contra García Luna, que parece una evidencia que el gobierno norteamericano aprovechó este juicio con fines políticos, para desnudar la colusión entre gobernantes y delincuentes, a través de testimonios más o menos verídicos, pero seguramente magnificados por los testigos protegidos para generar espectacularidad y protagonismo.

Seguramente pronto veremos qué intenciones hubo detrás de esta pasarela que dio tanto espectáculo público.

¿A usted qué le parece?

 

P.D.

Felicitaciones al equipo que edita Políticos al Desnudo por su octavo aniversario y a su director y fundador Ángel Álvaro Peña.

 


 

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