El show debe continuar
Por Ricardo Homs
El tema de la agenda personal y cotidiana del presidente López Obrador se convirtió en tendencia a partir de que se diese a conocer públicamente, acreditando el hallazgo a Guacamaya Leaks.
Se hizo público que el presidente dedica casi la mayor parte de su agenda diaria a preparar la mañanera del día siguiente y conducir la del mismo día. Quizá participe en algunas juntas como la del gabinete de seguridad.
La pregunta es: ¿Cómo gobierna este país? El mismo Gibrán Ramírez, -importante militante de Morena y quien fuera aspirante a dirigir Morena en las anteriores elecciones partidistas-, cuestiona este tema.
Este no es un asunto menor pues involucra a un presidente que ha perdido el pulso del país por estar concentrado sólo en sus mañaneras y en arropar sus proyectos personales, ignorando problemas tan graves como el incremento de la violencia y la toma de territorios por parte de la crimen organizado, como sucede en algunas regiones donde la economía está en manos de los cárteles, -como consigna la revista Proceso en su edición del 30 de octubre, donde describe como un cártel domina ya una región del Edomex, -colindante con el Estado de Guerrero-, compuesta por varios municipios en los cuales controla la economía local, definiendo quienes se convierten en proveedores autorizados, fija los precios al consumidor, establece cuotas e incluso, ejerce control sobre la vida privada de los pobladores de la región, donde no se puede celebrar una boda o festejar unos quince años si no se pide permiso “al señor” y se le paga una cuota. Todo esto con conocimiento de las autoridades militares y civiles y su anuencia.
¿Y el presidente de la República no se entera de ésto? Evidentemente si su foco de atención es la mañanera, más que preocuparse y ocuparse de los asuntos cotidianos del país, está más interesado en el rating de “La Mañanera” y armar el guión del día siguiente, definiendo el elenco de héroes y villanos que capturen la atención y entretengan al “respetable público”. Seguramente su atención se concentra en la redacción de la narrativa de alto impacto, con sus dosis equilibradas de sarcasmo, ironía, señalamientos furibundos para neutralizar a quienes él tiene etiquetados como sus villanos favoritos y así distraer y entretener a sus seguidores incondicionales. Rating y “likes” cubren sus expectativas y su tiempo.
Mientras tanto, contra todo lo que sus colaboradores digan, -como su secretario de salud Jorge Alcocer que habla de éxitos-, la salud de los mexicanos vulnerables está en riesgo por la falta de medicinas, y la reducción del catálogo de enfermedades que atiende el sector salud, el cual disminuye continuamente. Las noticias nos muestran que los feminicidios aumentan. Qué decir de sus devaneos frente a la comunidad internacional, regodeándose de haber logrado que 185 países se adhiriesen a su propuesta para exigir a Estados Unidos la derogación del embargo comercial a Cuba y fustigando que dos países ejercieran su derecho a veto e impidieran que se derogase esta restricción, asunto que sólo atañe a Estados Unidos y a Cuba.
Y por supuesto la “perla negra”, lanzarse contra Ucrania por haberse abstenido de votar apoyando a Cuba, como si Ucrania no viviese su propia tragedia y tuviese una hecatombe encima, con la invasión rusa. Con un problemón como ese, qué carajos le importa si el presidente mexicano anda haciendo campaña a favor de Cuba, un país que lleva 60 años victimizándose y capitalizando este embargo comercial.
Este descubrimiento de Gucamaya Leaks, -aparentemente circunstancial-, tiene gran significado pues nos permite entender lo que sucede en México a partir de las motivaciones de nuestro presidente, totalmente alejado del servicio público pero obsesionado con la comunicación política.
Seguramente nos refleja el descubrimiento tardío de una vocación. Quizá el presidente hubiese sido más feliz produciendo y conduciendo un gran programa de televisión para Televisa o TV Azteca, y obteniendo fama, (que indiscutiblemente la ha logrado, pero a cambio de invertir un gran esfuerzo para recorrer nuestro territorio), así como influencia política y poder.
En contraste, la administración pública, -como parte de las responsabilidades de un gobierno-, requiere disciplina, estudios y una gran inversión de tiempo para entender las complejidades técnicas de la economía globalizada, atributos que parece no tener nuestro presidente.
Seguramente por la complejidad técnica de las finanzas es que, -aun poseyendo una gran creatividad e iniciativa-, nuestro presidente no se ha atrevido a intervenir dirigiendo la economía del país y por ello ha permitido a quienes tienen los conocimientos y experiencia definir la estrategia financiera, por lo cual podríamos decir que este país aún camina.
¿Qué implicaciones hubiese tenido para la historia reciente de México si el presidente López Obrador hubiese descubierto a tiempo esa vocación tardía por la comunicación mediática y se hubiese dedicado a ella desde los medios de comunicación masiva, en lugar de haber seguido el camino de la política?
¿A usted qué le parece?
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