COLUMNISTAS

Wallace debe estar en la cárcel

Por José Páramo Castro

Isabel Miranda de Wallace es un claro ejemplo de cómo las acusaciones supuestamente civiles sirvieron no sólo para apoyar a los funcionarios públicos del pasado sino para ser cómplices de fabricar delincuentes y cobrar venganza con los enemigos.

La amiga de Felipe Calderón armó todo un teatro sobre la tortura y muerte de su hijo Hugo Alberto, el 11 de julio 2005, sin evidencias válidas ni pruebas congruentes. Con el simple dicho de la señora y confesiones arrancadas con tortura se encarceló a varias personas entre quienes se encuentran todavía en prisión Brenda Quevedo Cruz y Juana Hilda González Lomelí, quienes nunca fueron atendidas debidamente en ese entonces por la Comisión Nacional de Derechos Humanos que presidía el gris Raúl Plascencia Villanueva, a quien lo impuso Felipe Calderón, por su estrecha amistad, la cual se extendió hasta la propia Isabel Miranda de Wallace en una relación de complicidad.

Ellas aseguran que en su detención, tortura y aplazamiento de audiencias se debe a consignas políticas y estigmatización en su contra.

Ambas están acusadas por un delito que nunca existió. Su culpabilidad es producto de la confesión por medio de tortura y la complicidad de tres sexenios las convierten en víctimas del autoritarismo salvaje que tiene como eje a la señora Isabel Miranda de Wallace, quien, además ha sido acusada de falsear declaraciones y evidencias, además de simulación de pruebas.

 

SEMBRANDO EVIDENCIA

Isabel Miranda de Wallace sembró una gota de sangre en el departamento de Perugino No. 6-4, Mixcoac, alcaldía Benito Juárez, seis meses después del supuesto asesinato, donde ningún vecino escuchó la noche del crimen el ruido de la motosierra, con la cual supuestamente cortaron en pedazos a Hugo Alberto. Tampoco se derramó sangre en el traslado de los restos sino hasta seis meses después que Osvaldo de Alba, empleado de Isabel Miranda de Wallace desde 2010, alquiló ese mismo departamento y lo utilizó para sembrar la gota de sangre y una licencia de manejo, que es la única evidencia con la que cuenta realmente la señora.

Cuando se le preguntó a la Wallace la razón de que la gota de sangre apareciera tardíamente dijo que los peritos que realizaron las primeras investigaciones eran negligentes y no la vieron. En realidad los investigadores no encontraron ni un cabello que pudieran incriminar a alguien, pro la señora ya había escogido a los culpables y los exhibía en espectaculares como prueba de su dicho.

Ante las evidencias contundentes de las torturas, acude a un correo electrónico donde le dicen que quienes han probado su complicidad en la tortura acudieron con el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la nación para comprar su voluntad, una vez que el Instituto Federal de Defensoría Pública atrajo el caso para analizar, con el objetivo de liberar de inmediato a estas dos víctimas y potras personas acusadas por la señora Wallace. Además, se atrae el caso en cumplimiento del Grupo de Procedimiento Especiales de Derechos Humanos de la ONU, a partir de las visitas realizadas a México en 2020.

 

EL SUPUESTO “COMPLOT”

Esta mujer ahora habla de un complot encabezado por periodistas que han comprobado la inocencia de las víctimas, la inexistencia del secuestro, tortura y descuartizamiento de su hijo para inculparla. Cuando desde hace muchos años reportajes de Ricardo Raphael, Anabel Hernández, Guadalupe Lizárraga y más recientemente otros medios y comunicadores la descubren como la perpetradora de estas historias fantásticas.

Los amigos de la Isabel Miranda de Wallace son poco presentables, entre ellos se encuentran Tomás Zerón, Luis Cárdenas Palomino, Genaro García Luna, que sin su ayuda no hubiera podido armar el teatro que todavía la cobija en la impunidad. Entre esos amigos distinguidos está Felipe Calderón, quien le otorgara a la Wallace el Premio Nacional de Derechos Humanos en 2010 y dos años después la designó candidata a la Jefatura del Gobierno de la Ciudad de México, por el partido de los delincuentes comunes que se autodenominan perseguidos políticos, o sea el PAN.

La nueva investigación apunta a la liberación de las verdaderas víctimas y aun sanción corporal contra quien creo delincuentes y dicen, algunos coordinaba las torturas, Isabel Miranda de Wallace, quien debe mucho dolor a muchos mexicanos.

 

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