COLUMNISTAS

Poderes fácticos

 

Por Herlindo Robles

En los poderes fácticos representados en la Pirámide Capitalista, se mantiene como poder universal el capital, del que deriva el poder político, le sigue el religioso, el militar, luego la burguesía; todos ellos alimentados por el trabajo del pueblo desarrapado y muerto de hambre.

Así se esquematiza la cruda realidad del capitalismo ideológico, materializado en el neoliberalismo económico, abrazado por los conservadores, que buscan un letargo social, manteniendo el control social fustigando a la clase trabajadora.

En efecto, de manera silenciosa, la burguesía, personificada en la Coparmex, ha venido estudiando los movimientos sociales y las leyes de proteccionismo social, establecidas por el Estado mexicano.

Baste comparar la Ley Federal del Trabajo, promulgada en 1970, por Díaz Ordaz, en la cual un trabajador podía acudir a demandar con toda facilidad a un patrón que incumplía sus obligaciones, las juntas de conciliación estaban obligadas a dar entrada de manera pronta a la demanda y emplazar al patrón, existía una penalización para el patrón que con argucias legales,  alargaba el juicio, conocido como pago de salarios caídos, esta era la fuerza del proletariado en contra de los abusos patronales.

A lo largo del tiempo, los patrones han logrado casi eliminar esa penalización limitándola a 1 año de pago de salarios caídos como máximo, una burla, comparando los salarios de hambre que devengan millones de personas trabajadoras.

Cambiaron además a su antojo los días de descanso, además pagan con tiempo de descanso las horas extraordinarias que obligan a trabajar a empleados.

Se acabaron los honores de fiestas cívicas y los tradujeron como días de descanso, pues les incomoda la organización social. El 5 de febrero y 21 de marzo, aniversarios de la promulgación de la Constitución del 17 y Natalicio de Juárez, no son fiestas cívicas sino de descanso de la explotación empresarial.

Con esto ha cambiado el poder económico la vida social de la clase trabajadora en México. No obstante, eso no les ha sido suficiente, la voracidad de obtener riquezas los ha llevado a buscar el amasiato con el poder político y luego se dijeron: “porque no, nos hacemos políticos”.

Así llegan al poder cobijados con las posiciones plurinominales cientos de empresarios que asumen una curul, y se dicen representantes de quienes explotan, roban y fustigan. Se mueven como peces en el agua, con recursos a fondo perdido provenientes de Bancomex, Banobras y licitaciones ganadas a “modo”.

Recordemos aquella vergonzosa fotografía en que el directivo de OHL, encaró públicamente al presidente Peña Nieto. Nunca se había visto una afrenta a ese nivel en contra del Estado mexicano.

 

 

De hecho, culminó aquel sexenio con empresarios que se creían dueños del país. Confiados en el éxito de anteriores campañas de desprestigio, en contra del hoy presidente Andrés Manuel López Obrador, empresarios encabezados visiblemente por Claudio Xicoténcatl González, operan ostensiblemente en contra del gobierno de México, a favor de empresas extranjeras, utilizando sus alfiles enquistados en las Cámaras legislativas, han hecho contrapresión entre los intereses económicos abusivos y el bienestar del pueblo.

Sin rubor condenan una a una las medidas que establece el ejecutivo federal y pagan a los empleados de sus medios de comunicación para denostar sistemáticamente las acciones de gobierno.

Aun el pueblo observa que después de 50 años por primera vez, se mantiene un peso fuerte ante el dólar, se limita la acción de agencias de investigación extranjeras como la DEA, se construye la Refinería Dos Bocas y se compra una en Estados Unidos, y todo con el sobreprecio del crudo, que se ha generado por el conflicto internacional en Europa.

En este contexto, debe de intervenir el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y enmarcar las acciones que van más allá de la libertad de expresión y evitar que el poder económico, persista en su plan desestabilizador, pues está en riesgo la soberanía nacional, que la derecha ha procurado por beneficiarse económicamente, o tal vez por que tradicionalmente se han caracterizado como vendepatrias.

 

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