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Remesas, tributo de una injusticia

 

Por José García Sánchez

Quien no conoce la historia debe dejar de comentar sobre el presente, a menos que se pretenda tergiversa. La queja de una oposición rabiosa y poco ilustrada, considera las remesas de los trabajadores mexicanos en el extranjero una dádiva de la suerte o del vecino país del norte principalmente.

Las remesas que bien de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos no son una causalidad ni un ingreso efímero o esporádico; al contrario, es constante y crece cada día más, contribuyendo a la economía de México que, como sucede con otros países, sólo se le está regresando una mínima parte de lo que Estados Unidos extrajo durante siglos de los países de América Latina.

 

 

Porque primero Estados Unidos robó la riqueza de los países del continente, a grado tal de considerarla su patio trasero y ahora el dinero que es esfuerzo de los trabajadores latinos va de regreso a las economías de los países que son pobres a causa de la explotación de recursos que realizó el vecino del norte.

Esto es muy claro, sobre todo cuando la historia en tomada en cuenta para analizar el presente: sin embargo, la visión superficial y tendenciosa de las informaciones que surgen respecto a las remesas, tiene a alejar de la verdad y de la propia historia la percepción de este ingreso que se convirtió en fuente indispensable para la economía de esos países, donde México no es la excepción.

Primero el vecino del norte exprimió la mano de otra y las riquezas de los países, para luego cerrar las fronteras a quienes dejo en la miseria, de ahí que la migración deba verse también desde la perspectiva de la historia y no como un problema que nació ayer.

Pero México tiene una razón adicional a este tipo de especulaciones que sobre todo la oposición cuestiona por tomarse en cuenta como un ingreso contante en la economía nacional, que el  hecho de que el  2 de febrero de 1848 se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, donde se perdió más de la mitad del territorio, a causa de una ocupación militar, y de aquel lado quedaron muchos mexicanos, con sus costumbres, culturas, apellidos y cuyas familias estaban distribuidas a lo largo y ancho de lo que entonces era México. No podemos pensar que una familia pueda exterminarse por el hecho de interponer entre sus integrantes una frontera.

Todavía hay quienes aseguran que el crecimiento de las remesas se debe a un mayor de indocumentados mexicanos a ese país, la proporción disminuye y las causas varían. No puede atribuirse sólo a las causas tradicionales, porque todo cambia.

El viernes 1 de julio, el Banco de México informó que en mayo de 2022, las remesas alcanzaron los 5 mil 172 millones de dólares. Esto representó un crecimiento anual de 14.3%.

Se trata de una retribución que, sin llegar a ser justa, equilibra la economía. Las causas son muchas y varían según el lugar de origen y destino; sin embargo, no faltan los mal intencionados que aseguran que los mexicanos huyen de la inseguridad o del desempleo. Puede suceder y son muy precisos los lugares donde estas causas son las que les obligan a tomar esa decisión, se ubican según datos oficiales, en estados como Guanajuato, Chihuahua, donde la inseguridad nunca había tenido esos índices; Querétaro, donde el agua es un preciado tesoro; en Yucatán, donde la represión policiaca es cotidiana; Jalisco donde ser joven es un delito; Nuevo León donde no hay ni agua ni inversión, ni oportunidades, en Coahuila, la represión contra migrante es insostenible, etc. Entonces se van a Estados Unidos, sobre todo de los estados del norte donde gobierna la oposición.

Si las causas de la migración fueran la falta de empleos, la inseguridad o las condiciones generales de México, el actual gobierno no tuviera la popularidad que tiene en el otro lado de la frontera. Las remesas son abonos chiquitos a cambio del territorio arrebatado por una deuda de 15 millones de pesos.

Las remesas son producto de un proceso histórico y no podemos verla desde perspectivas superficiales o poco informadas. Habrá que entender la historia, pero primero habrá que aprender a leer como costumbre.

 

Twitter: @Josangasa3

 

 

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