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El peso de la delgadez

En un mundo cada vez más influenciado por las tendencias digitales y medios de comunicación, es común que los estándares de belleza se vean constantemente modificados, sin embargo, hay una variante que durante décadas no cambia, el peso que recae en su mayoría sobre el género femenino por tener el cuerpo perfecto. No es casualidad que sea Serena Williams quien salga como rostro promocional de un nuevo fármaco para la pérdida de peso y no se trata solo del vínculo de su marido con la farmacéutica, sino de la historia que una mujer como ella representa.

Para nadie sería cuestionable la salud y disciplina de una de las mujeres más reconocidas en el tenis, quien pese a todo su esfuerzo no puede mantener un cuerpo esbelto que cumpla con lo que se muestra constantemente en portadas de revista y plataformas digitales, lo que pareciera un testimonio abierto y cercano de “yo también requiero ayuda” se vuelve el posicionamiento de un fármaco que probablemente se popularizará como Ozempic y Wegoby, creados originalmente para otros padecimientos y usados hoy en día como un aliado para la delgadez.

¿Es ético este tipo de anuncios? Podría no tener limitantes legales, sin embargo, muestran como algo simple la pérdida de peso. Aunque hay ciencia detrás de estos medicamentos, poco se habla de los efectos secundarios que acompañan su consumo. En el caso de Ozempic, por ejemplo, se han documentado náuseas, vómito, estreñimiento y una condición conocida como “estómago de Ozempic”, donde la digestión se enlentece tanto que puede provocar dolor y problemas crónicos. También se han reportado alteraciones en la relación con la comida, pues el medicamento disminuye el apetito de manera abrupta, generando en algunos pacientes no solo pérdida de peso sino un desapego emocional hacia la comida y, en consecuencia, hacia momentos sociales asociados con ella.

Ese último punto no es menor. La alimentación no es únicamente un acto fisiológico, es también un espacio cultural y social, por lo que ante una moda desmedida en medio de celebridades hay restaurantes que ya han mostrado una respuesta, presentaciones gourmet adecuadas para quien ha suprimido el apetito, estos restaurantes mencionan el flujo creciente de quien ocupa medicamentos tipo GLP-1 y detectar la necesidad de disminuir las porciones para que las personas continúen visitando estos lugares.

¿Qué ocurre cuando un canon de belleza va por encima de los vínculos sociales, las emociones y el cuidado individual? El recuerdo de una moda absurda como en los 2000 debería ser suficiente para retomar la aceptación corporal, pues fue la época donde la delgadez extrema tuvo un pico absurdo que desencadenó múltiples trastornos de la conducta alimentaria. Después de eso nuevamente volvió la diversidad corporal, la aceptación personal, aunque en la actualidad pareciera que se ha tratado de una moda pasajera, de ese estándar marcado por figuras curvilíneas que gozaron de popularidad.

Hoy de nueva cuenta con retos virales sobre la inapetencia, las medidas o porciones con las que debería contar un cuerpo no resulta extraño que la publicidad encuentre un espacio de oportunidad en farmacéuticas que venden la pérdida de peso como un logro y superación y es que si bien toda persona debería encontrar comodidad en su cuerpo, no debería ser a costa de encajar en una talla específica y mucho menos utilizar a la ciencia como excusa de búsqueda de salud, cuando en realidad se trata de un canon estético.