COLUMNISTAS

Aranceles asesinan el tratado

Trump como dice una cosa dice otra, lo único que no cambia en él es el color de su cabello

Por Ángel Álvaro Peña

 

Es posible que ni el propio Donald Trump sepa, a ciencia cierta, si la despedida que le hizo a Canadá del TMEC se la haya tomado a pecho el primer ministro Mark Carney, o lo deje pasar como si nada hubiera pasado y seguir las negociaciones.

Hasta el momento se desconoce si se trata de una tregua o de un pleito, con Trump no se sabe, lo cierto es que Estados Unidos tendrá que buscar la cara de Carney para que se sume a las maniobras de la OTAN y otorgue el 5 por ciento del PIB a la guerra y su lucha contra Irán y los países que pueden unirse para hacer un frente común con Israel y Estados Unidos. Pero hasta en esto hay discrepancias, porque no hace poco, Canadá está en conversaciones avanzadas con la Unión Europea para unirse al nuevo proyecto del bloque para expandir su industria militar, una medida que permitiría a Canadá ser parte de la construcción de aviones de combate europeos y otros equipos militares en sus propias instalaciones industriales, con el objetivo de reducir su dependencia de Estados Unidos, impulsaría a los fabricantes militares de Canadá y ofrecería al país un nuevo mercado en un momento en que su relación con Estados Unidos se ha deteriorado.

En una cumbre diseñada a la medida del presidente estadounidense Donald Trump, los 32 países miembros de la OTAN se comprometieron a elevar su gasto en defensa hasta el 5 % del PIB para 2035, una decisión sin precedente impulsada por presión de Estados Unidos. Hasta ahora, el objetivo exigido era solo del 2 %, y 22 países ya lo habían alcanzado el año pasado.

Sin embargo, los términos generaron tensiones. Trump criticó duramente a España por considerarla “injusta” con un gasto inferior al 5 %, y advirtió que el país podría enfrentar mayores restricciones comerciales.

Es decir, que el alto mando de la OTAN, siempre es un estadounidense, pero eso no quiere decir que tenga un solo jefe, se trata de un organismo entre pares, donde el mando es consensuado y ahora Trump toma decisiones y condiciona a los países miembros al decir que si no destina un 5 por ciento del PIB a su industria militar serán castigados con aranceles altos.

La inconsistencia de Trump, hace que sus socios lo vean prácticamente como un loco al que el queda muy grande la corona de rey.

Lo cierto es que Canadá, cambió de mando y el nuevo primer ministro ya vislumbra otros horizontes comerciales para su país, dejando en el T-MEC a Estados Unidos y México. No es ningún honor para nadie ser el mejor socio comercial de Estados Unidos en estos momentos.

Atrás quedaron los tiempos en los que era primer ministro Justin Trudeau y quería sacar del tratado a México, argumentando que nuestro territorio era la puerta de entrada de los productos chinos que merman la eficacia y ganancias de las mercancías que lo integraban.

Ahora Canadá ha abierto la puerta a aumentar aranceles sobre acero y aluminio estadounidenses en julio si las negociaciones comerciales con la administración Trump se estancan.

Estados Unidos aplica aranceles del 50 por ciento al acero y el aluminio extranjeros, y Canadá aplica actualmente aranceles compensatorios del 25 por ciento a los productos de acero y aluminio fabricados en Estados Unidos. Sin embargo, ambos países están negociando un acuerdo comercial, cuya fecha límite provisional es mediados de julio.

“Continuaremos estas negociaciones, por supuesto, de buena fe”, declaró el primer ministro Mark Carney en una conferencia de prensa. “Paralelamente, debemos reforzar nuestra posición en el país y proteger a los trabajadores y las empresas canadienses de los injustos aranceles estadounidenses vigentes”.

Pero, Trump suma enemigos que debieron ser siempre amigos. La necesidad de armonizar en los mercados en este momento obliga a conservar lo que hay y, por grande que sea la crisis que se le avecina, buscar alternativas viables antes que afectar a otros países.

Cuando se le preguntó al primer ministro de Canadá si su país estaría dispuesto a aceptar algunos aranceles estadounidenses como parte de un acuerdo, Carney respondió que el verdadero libre comercio es lo mejor para ambos países.

Las cifras juegan a favor de México entre los países del T-MEC. Y que Canadá se beneficia más de Estados Unidos que de México, al primero le vende 309,337 millones de dólares, y al segundo, 9,600 millones; estas cifras son las registradas entre enero y septiembre de 2024, según la Oficina del Censo de Estados Unidos y de Banxico.

Los golpes contra el T-MEC vienen de todos lados menos de México. La unidad comercial la sabotean tanto Estados Unidos como Canadá, y la sobrevivencia del tratado parece llegar a la etapa terminal. En el primero Trump, desesperado por la crisis económica, no le importa subir aranceles por todas las mercancía habidas y por haber; en cuanto a Canadá, se ve en la necesidad de mostrar que el rumbo ha cambiado y que el obediente e inexperto Trudeau ha quedado en el pasado y Carney quiere que su país tenga voz y voto firme en la decisión del aumento a los aranceles.

Se suma a México en una postura de dignidad ante Trump, hace equipo, pero, al mismo tiempo, depende de Estados Unidos en lo militar.

La reconstrucción del T-MEC es una nueva tarea para Claudia Sheinbaum, cuya popularidad, dentro y fuera de las fronteras mexicanas, aumentaría si logra, de nuevo la armonía entre los tres países.