Finanzas veracruzanas estables
“La confianza en sí mismo es el primer secreto del éxito.” – Ralph Waldo Emerson
El pasado 23 de junio, la agencia HR Ratings elevó la calificación crediticia del estado de Veracruz, otorgándole una “A–” con perspectiva estable. Este hecho, más allá de lo técnico, representa un espaldarazo a la política de disciplina financiera emprendida por la administración estatal encabezada por la gobernadora Rocío Nahle García.
En medio de un panorama nacional complicado y tras años de rezago económico y deuda acumulada, la entidad ha logrado dar un giro positivo en su gestión pública que las principales calificadoras bursátiles del mundo ya reconocen.
La mejora en la calificación crediticia significa que Veracruz ahora es visto como un estado más confiable para los mercados. Esto le permite acceder a financiamiento con mejores condiciones, es decir, con menores tasas de interés, lo cual reduce el costo de la deuda y genera ahorros importantes que pueden redirigirse a inversión pública, salud, educación o infraestructura.
Para el ciudadano común, aunque no siempre tangible a simple vista, este avance puede traducirse en servicios públicos más eficientes, obras realizadas en tiempo y forma y menos presión fiscal. En esencia, significa un gobierno que no depende del endeudamiento urgente para operar, sino que ha aprendido a sostenerse con sus propios recursos.
Detrás de este resultado hay decisiones administrativas clave: aumento en los ingresos propios —como el impuesto sobre la nómina y derechos vehiculares—, contención del gasto corriente y el respeto a techos de endeudamiento.
La actual administración no ha contratado nueva deuda de corto plazo, y ha mantenido bajo control el endeudamiento de largo plazo. La confianza en las finanzas estatales ha crecido, y con ella, la percepción de estabilidad política.
Sin embargo, no todo en Veracruz es solidez financiera. La vida institucional aún enfrenta desafíos que preocupan a sectores académicos y ciudadanos.
Un ejemplo reciente es la decisión de la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana (UV) de extender el mandato del actual rector, Martín Aguilar, una medida vista por muchos como contraria al espíritu de autonomía universitaria.
Esta decisión sienta un muy mal precedente, delicado, sobre todo, pues, aunque no afecta directamente las finanzas del estado, sí erosiona la confianza en la independencia de las instituciones públicas, y más siendo la UV el emblema de la autonomía que desearíamos tener en todos los ámbitos públicos.
Veracruz está logrando, con orden y responsabilidad, superar inercias negativas que durante años lo mantuvieron en el rezago económico.
Pero el verdadero reto será consolidar ese orden sin perder de vista la transparencia, la rendición de cuentas y el respeto a la legalidad, principios indispensables si lo que se busca es no solo una buena calificación crediticia, sino una buena calificación ciudadana.
Al tiempo.