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Trump: “Mambrú se fue a la guerra”

Paradójico que, en 2024, se produjera el filme Guerra Civil (Civil War), de Alex Garland, que presenta una mezcla de acción y suspenso ambientada en un futuro no muy lejano, cuando estalla una guerra civil en Estados Unidos. El país del Tío Sam ve llegar la guerra civil a sus salas oscuras. Se trata de un largometraje distópico que sumerge a EE. UU. en un caos político no tan alejado de la realidad. Guerra Civil muestra un escenario donde los motivos del conflicto son secundarios: el espectador queda inmerso en medio de una guerra interna estadounidense.

Trump afirmó repetidamente que, de no haber enviado a la Guardia Nacional y a los infantes de Marina a Los Ángeles, la ciudad se habría “incendiado por completo”. También advirtió que estaba observando más allá de Los Ángeles, mientras otras ciudades y estados —en especial los gobernados por demócratas— se preparaban para redadas más amplias contra migrantes indocumentados y posibles protestas. “Pero puedo informar al resto del país que, cuando lo hagan, si lo hacen, se van a encontrar con una fuerza igual o mayor a la que aplicamos aquí” (BBC).

El presidente Donald Trump llamó “animales” y “un enemigo extranjero” a los manifestantes que rechazaban sus medidas antimigrantes, durante un discurso que, en teoría, pretendía conmemorar el 250 aniversario del ejército de Estados Unidos. “Lo que presencian en California es un ataque en toda regla contra la paz, el orden público y la soberanía nacional, perpetrado por alborotadores que portan banderas extranjeras con el objetivo de continuar una invasión foránea de nuestro país” (AP).

Ante esto, el senador independiente Bernie Sanders denunció que Trump había ordenado “redadas ilegales contra inmigrantes, provocó una contrarrespuesta y entonces llamó a las tropas. Así es como gobierna un autoritario. En este momento sin precedentes en la historia estadounidense, es imperativo que todos nos pongamos de pie contra este presidente, quien tiene poco respeto por el imperio de la ley o nuestra Constitución. El futuro de la democracia estadounidense está en juego. Pero nadie se atreve a pronosticar el desenlace de este gran juego político: ¿qué tan cerca se encuentra esta sociedad del precipicio de su democracia?”.

En más de 50 estados se registraron protestas en distintas ciudades de Estados Unidos: Contra el “Rey Trump”, contra el genocidio en Gaza —donde palestinos fueron fusilados al acudir por víveres enviados desde el exterior—, y por la peligrosa confrontación Israel-Irán. A esto se suma la intervención imprudente de EE. UU. contra Yemen y los hutíes en el Mar Rojo, y su soberbia ambición por apoderarse de las “tierras raras” de Ucrania, con la complacencia del comediante jázaro Zelensky, quien incluso se las ha ofrecido también a Gran Bretaña, Francia y Alemania. Mientras tanto, avanza la pugna comercial y arancelaria contra China, nación que, curiosamente, mantiene una deuda estadounidense de aproximadamente 859,400 millones de dólares. Casi toda la manufactura norteamericana —incluidas las icónicas gorras rojas del MAGA— se produce en China.

La tensión escaló aún más tras el despliegue de la Guardia Nacional sin el consentimiento del gobierno californiano. Esta medida, ordenada por Trump como respuesta a las protestas contra las redadas migratorias del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), fue calificada como «ilegal» y «provocadora» por el gobernador Gavin Newsom. La población de origen hispano en California ya es mayoría, con 14.99 millones de personas. Además, California se ha convertido en una potencia económica tanto nacional como global: ha superado incluso a Japón, posicionándose como la cuarta economía más grande del mundo, representando más del 14% del PIB nacional. La candidatura presidencial de 2028 será clave para Newsom.

La locura escala: la congresista demócrata Melissa Hortman y su esposo fueron asesinados en Minnesota en lo que se calificó como un “crimen por motivos políticos”. En otro ataque, el senador John Hoffman y su esposa también recibieron múltiples disparos. Por si fuera poco, el embajador Christopher Landau canceló la visa —sin que existiera— de la consejera morenista Melissa Cornejo, tras una publicación sobre las protestas contra ICE. Las redes sociales estallaron ante imágenes del senador californiano Alex Padilla siendo empujado violentamente por la policía, luego derribado y esposado por protestar contra la intervención ilegal de la Guardia Nacional contra migrantes. Un poco antes, el congresista demócrata Al Green fue agredido por interrumpir un discurso de Trump en la Cámara de Representantes, justificando su acción en que el mandatario no contaba con respaldo suficiente para aplicar recortes a programas sociales. No se debe olvidar tampoco la maratoniana intervención del senador demócrata Cory Booker, como forma de denuncia contra las acciones del gobierno de Trump.

Mientras tanto, Trump declaró que lo que está haciendo en California se extenderá a todo el país, para cumplir su promesa de llevar a cabo deportaciones masivas de “criminales” extranjeros que “invaden” Estados Unidos.

¿Guerra civil en puerta? Ante la debacle del imperio del dólar en un mundo multipolar. Recordemos la canción infantil del siglo XVIII: Mambrú se fue a la guerra, ¡qué dolor, qué pena!

Los tambores de guerra resuenan con fuerza en Medio Oriente, apuntando hacia una posible guerra nuclear entre Israel, Irán y sus aliados: Irak, Turquía, Siria, Yemen, Jordania, Afganistán y Pakistán. No podemos ignorar a los BRICS: Rusia, China, India, Sudáfrica. Adolf Netanyahu, el neofascista, junto a Trump, fascista y una Unión Europea complaciente, están a la espera de las codiciadas tierras raras ucranianas.

La hecatombe en puerta: Trump heredó el búnker antinuclear multimillonario construido por los Bush. Ahora, con su reconciliación con Elon Musk, SpaceX abre la puerta a Marte como posible refugio para las élites políticas, empresariales y religiosas. Para el resto: “qué dolor, qué pena…” un Hiroshima superlativo nos aguarda.