COLUMNISTAS

La soga al cuello de la UV

Tras un fin de semana de verdadera furia, quedó completamente claro que Martín Aguilar Sánchez y su pandilla están decididos a dar un golpe en la Universidad Veracruzana que terminaría con su autonomía y la convertiría en un apéndice oprobioso de los intereses del régimen.

Ni los pronunciamientos de diferentes facultades y centros de investigación; ni los llamados a la cordura de exintegrantes de la Junta de Gobierno y de reconocidos juristas; ni las expresiones de rechazo a su prórroga que de frente y abiertamente le hicieron estudiantes y académicos durante el Consejo General Universitario del pasado viernes, fueron capaces de hacer mover ni un milímetro a Aguilar Sánchez de su pretensión, totalmente y sin asomo de duda ilegítima y también ilegal, de extender su periodo al frente de la UV.

Por el contrario, desde el mismo viernes y con especial énfasis sábado y domingo, se registró una andanada institucional para justificar la prórroga y para desacreditar la marcha que este lunes se llevará a cabo para protestar contra lo que representa un completo despropósito y, por si no bastase, un fraude a la ley.

En cascada, diversas consejerías de alumnos y catedráticos se “pronunciaron” el fin de semana por no asistir a la marcha –cuya ruta inicial iniciaría en rectoría y culminaría en la sede de la Junta de Gobierno- acusando una falta de lo que llamaron “organización real” y el desconocimiento de los “intereses detrás” de la movilización. Aunque en ninguno de esos pronunciamientos se cuestionaron los intereses que mueven los hilos de la imposición de Martín Aguilar.

La intención de ello es evidente: disuadir a la comunidad universitaria de participar en la movilización para restarle impacto y con ello, seguir adelante con el plan de extender sin sustento legal el rectorado inútil de Martín Aguilar.

La propia exabogada general de la UV nombrada por Aguilar Sánchez al principio de su periodo, Marisol Luna Leal, explicó la aberración en la que incurre la Junta de Gobierno al pretender “inventar” al cuarto para las doce un procedimiento para darle vuelta al requisito de la edad, que el rector ya no cumple para un segundo periodo. “No solo se interpretó una ley sobre la cual no se poseen atribuciones de interpretar, sino también, crearon una norma general y un proceso para una sola persona, situación que vulnera los principios mínimos y básicos del derecho”.

Los defensores de Aguilar –y del “hueso” que les dio- juran que como la legislación universitaria establece que el periodo del rector se puede prorrogar por una única ocasión, eso basta para darle sustento jurídico a su intentona. Lo que no dicen es que la misma legislación y sus reglamentaciones disponen de un proceso para optar por esa prórroga, en el que se emite una convocatoria y otros aspirantes pueden participar. En ningún lugar se incluye la opción de una extensión directa de un periodo rectoral. Y un principio básico del derecho señala que las autoridades –y esto aplica también para las universitarias- están obligadas a cumplir con lo que estrictamente les exige la ley.

Con total cinismo y desvergüenza, Martín Aguilar soltó que su deseo es que siga la “transformación” de la Universidad, en una clara alusión al eslogan propagandístico e ideológico de Morena. Lo que encierra la verdadera causa de la acometida contra la UV.

Como ha sucedido en otros espacios y contextos, la Universidad Veracruzana es una especie de “laboratorio” de lo que el morenato quiere hacer en todo el país: someter y controlar a las universidades públicas. Y para eso le es preciso dinamitar la autonomía universitaria. Si hoy se permite que se designe al rector por “dedazo”, sin cumplir con los requisitos que marca la ley y de espaldas a la comunidad universitaria, eso se convertirá en adelante en la norma, escrita o no, para ésta y otras instituciones de educación superior. Y la decisión recaerá en sumisos testaferros del régimen, como quedó evidenciado en la propia Junta de Gobierno actual, integrada por operadores del oficialismo que ya tienen experiencia en la colonización de instituciones antes democráticas, como el INE.

No solo se trata entonces de la extensión impuesta de un rectorado mediocre, servil e indigno. Lo que está en juego es la educación pública superior libre y plural, la autonomía de las universidades públicas y la viabilidad misma de la generación del pensamiento crítico en libertad.

Si la comunidad de la Universidad Veracruzana, por miedo o apatía, deja pasar este golpe, se echará sola la soga al cuello. Después, de nada valdrá quejarse.