Ecuador: Noboa cedería mayor campo petrolero a firmas vinculadas con su familia
Aunque no se ha firmado el contrato, la adjudicación del Campo Sacha (el más grande y de mejor rendimiento petrolero en Ecuador) ha recibido rechazos desde diversos sectores, más aún después de conocerse que algunas empresas vinculadas al consorcio extranjero tendrían relación con firmas de la familia del presidente Daniel Noboa.
Y todo esto ocurre en medio de la declaratoria de un nuevo estado de excepción decretado por el mandatario para siete de las 24 provincias, “con el fin de garantizar la seguridad pública ante los altos índices delictivos por la criminalidad”, pero también para impedir la movilización o protesta popular que se anuncia contra la privatización petrolera.
El viernes pasado el gobierno ecuatoriano entregó la explotación del Campo Sacha a la empresa privada SINOPETROL por 20 años, a cambio que esta firma invierta y aumente la producción. Sin embargo, el consorcio internacional se quedará con 87.5 por ciento del petróleo que extraiga, mientras el Estado solo recibirá entre 12.5 y 18.5 por ciento. En otras palabras, de cada 10 barriles de petróleo, Ecuador apenas recibe 1 ó 2. Incluso, la crítica apunta a que
SINOPETROL se quedaría con la mayor parte del petróleo sin haber descubierto el pozo ni construido la infraestructura, ya que el campo ya estaba funcionando bajo la administración y explotación de la estatal Petroecuador desde la década de los setenta del siglo pasado.
Además, las sospechas también apuntan a un hecho inusual: la firma de la adjudicación no la hizo la ministra de Energía, Inés Manzano, como se acostumbra en estos casos, sino por un viceministro (Fabián Calero) con conexiones políticas cuestionadas, lo que genera dudas sobre intereses ocultos detrás de la negociación.
De acuerdo con varios expertos, muchos de ellos afines a Noboa, Ecuador pierde el control sobre uno de sus campos petroleros más importantes; recibe una parte mínima de la producción, mientras en otros países los contratos son más justos. De hecho, el supuesto éxito de esta negociación depende de que la empresa privada realmente invierta lo prometido.