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LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA

El presidente López Obrador presentó en su mañanera dos cartas personales enviadas por Héctor Aguilar Camín al presidente Carlos Salinas de Gortari cuando este era presidente, a fines de los años ochenta, haciendo referencia al pago de un proyecto que el presidente Salinas le había encomendado.

La localización y obtención de esas cartas implica la utilización de servicios de inteligencia, igual que ha sucedido con la persecución en contra de María amparo Amparo Casar por el cobro de la pensión de viudez, a partir de la muerte de su esposo, funcionario de Pemex fallecido en octubre del 2004, hace más de 20 años.

¿Y qué decir de la investigación sobre el paradero de los restos de Catarino Erasmo Garza, general mexicano muerto en hecho militar sucedido hace 130 años en Panamá?… hecho que derivó en el envío de 80 militares a Panamá para realizar pesquisas que satisfagan la curiosidad presidencial.

Sin embargo… ¿Por qué no utilizan esa infraestructura de inteligencia para perseguir delincuentes y desactivar grupos delictivos?

¿Por qué los servicios de inteligencia se dedican a mantener controlados a intelectuales y opositores y no a los grupos subversivos y delincuenciales?

Es evidente que la pacificación del país, el control territorial por parte del Estado Mexicano y librar a los mexicanos del acoso de los delincuentes no se va a lograr con rondines y la presencia física de la Guardia Nacional, ni del Ejército en las calles, sino con un trabajo de inteligencia, utilizando el sistema Pegassus comprado en Israel con la tecnología de punta mundial.

Este sistema sólo puede ser comprado por gobiernos y representa lo último en tecnología militar.

Es evidente que si no se ha combatido eficientemente la delincuencia es por falta de interés gubernamental y ello quedó claro con la velocidad en que el gobierno mexicano ubicó en un par de días a los asesinos de los surfistas australianos Jake y Callum Robinson y el norteamericano Jack Carter, asesinados en una playa de Ensenada, Baja California.

Bajo la presión internacional, el crimen fue descubierto casi de inmediato, mientras que los miles de desaparecidos de origen mexicano ni siquiera llegan a tener una carpeta de investigación.

Parece ser una actitud de indiferencia y desinterés gubernamental que contrasta con la eficiencia para exhibir periodistas contrarios al régimen, así como a activistas políticos de oposición.

Definitivamente se requiere una nueva estrategia de seguridad pública, basada en la investigación preventiva para desactivar grupos delincuenciales.

Hay delitos como la extorsión, que con los indicios derivados de las cuentas bancarias utilizadas para depósitos, y los números telefónicos utilizados para realizar llamadas que muchas veces salen de los reclusorios, pueden combatirse exitosamente si existiera la voluntad política para hacerlo.

Hasta que se castigue a las autoridades por las muertes derivadas de la negligencia, se creará una cultura de responsabilidad gubernamental.

¿A usted qué le parece?