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Endeudamiento en el “año de Hidalgo”

Rúbrica

Por Aurelio Contreras Moreno

Cuando en su último año un gobierno decide contratar grandes deudas, eso no significa otra cosa que las finanzas públicas no se encuentran bien y que le dejará una enorme carga a la administración que le suceda.

No solo eso. Varias historias de la política a la mexicana dan cuenta de cómo, tras hipotecar el futuro de sus gobernados, muchos ex funcionarios terminaron convertidos en grandes “empresarios”, dueños de prósperos negocios y exuberantes haciendas cuyo origen no puede tener otra explicación que el dinero mal habido, con cargo a los ciudadanos.

Otro de los destinos de esos empréstitos suele ser la operación política. Los que se van quieren dejar en su lugar a aquellos que les van a cuidar las espaldas por sus atrocidades y atracos –o al menos, eso creen que van a hacer-, y para ello dilapidan el dinero en la compra de conciencias, en la coacción del voto, en el robo de la voluntad popular.

No por nada, la picaresca popular mexicana “bautizó” como el “año de Hidalgo” al último del sexenio. No por ánimos patrioteros ni mucho menos. Sino porque la frase termina con un elocuente “pendejo el que deje algo”.

La “4t” se está apegando al pie de la letra al “libreto” del “año de Hidalgo”.  En el Paquete Económico 2024 contempló un techo de endeudamiento por dos billones de pesos, junto con un déficit fiscal igual de atroz, de 4.9 por ciento, el más alto desde 1989. Lo que van a hacer es una película que ya vimos en México y que siempre termina mal: el gobierno pretende gastar 1.6 billones de pesos más de lo que va a ingresar a las arcas públicas el año entrante. La fórmula perfecta e infalible para una catástrofe.

¿En qué piensa gastar el gobierno de la supuesta “cuarta transformación” todo ese dinero?  No en inversión productiva ni en infraestructura. Un análisis de México Evalúa al Paquete Económico 2024 destaca que por cada peso de endeudamiento, solo se destinarán 0.59 pesos a inversión, la proporción más baja desde 2009. ¿Entonces? ¿A dónde va a ir todo ese dinero?

El presidente López Obrador ya había dado indicios de parte de su destino. En el mensaje de su quinto informe de gobierno, anunció que las pensiones para los adultos mayores aumentarán 25 por ciento en 2024. Algo que le gana muy fácilmente los aplausos de la gente, que lleva cinco años sin querer ver las consecuencias del barril sin fondo del clientelismo desbordado del obradorato, pero que las padece cuando no hay medicamentos en su clínica, ni obras en su ciudad, ni seguridad en su calle.

La única fortaleza real del movimiento obradorista es, precisamente, el dinero que reparte a través de sus programas clientelares, que a estas alturas del sexenio son un pesado lastre, pues ya no hay de dónde sacar recursos para financiarlos. Desaparecieron los ahorros que existían de otros sexenios, se tragaron los fideicomisos que fondeaban ciencia, cultura y educación, acabaron con organismos y programas que verdaderamente eran útiles para la gente, en especial la más pobre. Solo falta que hagan sangrar a las piedras.

El clientelismo tiene un fin político-electoral: como te regalo dinero, debes votar por mí o por mi partido, lo que se resume en la frase “amor con amor se paga” que suele usar el obradorismo en parte de su propaganda, como una suerte de chantaje sentimental.

Como eso puede no ser suficiente ante las graves carencias y falencias de estos cinco años de “4t”, el otro uso del dinero es la operación electoral directa: el pago de acarreados para las concentraciones, el financiamiento de las estructuras electorales con el apoyo descarado de gobiernos locales, como el de Veracruz; y especialmente la insultante propaganda con la que ya contaminan visualmente todo el país, pero que en los meses por venir se convertirá en una tortura, inundando todos los espacios públicos.

Todo eso, pagado con dinero de todos los mexicanos. De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, a partir de 2024 la deuda per cápita, o sea, por persona, de cada ciudadano de este país ascenderá a 127 mil pesos. Un monto que la mayoría de los mexicanos no ve reunido en toda su vida, pero que ya debe. Mientras que el endeudamiento histórico acumulado del país será de 16.7 billones de pesos. Seis billones más que en 2018.

Deuda que, invariablemente, terminaremos pagando usted y yo.

 

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