Reglas para las corcholatas presidenciales
Por José Ureña
Las corcholatas ya fueron informadas. Se les dio a conocer la biblia según el sumo pontífice de la República Mexicana, amo y señor de sus cuatro horizontes y de los designios de su movimiento y de su futuro.
He aquí una síntesis: La encuesta -o varias, eso se decidirá después- para designar al candidato presidencial morenista será de verdad, organizada por empresas confiables para no dar lugar a dudas.
Previsiblemente será en julio próximo, menos de un año antes -once meses exactamente- de las votaciones presidenciales del primer domingo de junio de 2024.
Con una salvedad: Será o serán inobjetables.
En advertencia llana: aunque uno o dos -o tres si se incluye a Ricardo Monreal- de los participantes no esté de acuerdo, deberá acatarla y tendrá la obligación de sumarse al beneficiario del dedazo. Es regla general.
Por eso en Palacio Nacional no se acepta la indisciplina del subsecretario Ricardo Mejía, quien todavía se resiste a reconocer y no se diga a respaldar la candidatura de Armando Guadiana en Coahuila.
SÓLO HAY TRES
Otro elemento clave: A partir de estas dos reglas generales, las corcholatas están en libertad de hacer campaña, formar sus cuadros de promoción, recorrer el país y movilizar a la sociedad. ¿Con qué recursos? Eso no importa.
Desde siempre el movimiento y su fundador y jefe histórico viven de la recolección abierta de fondos sin rendir cuentas a nadie y menos al INE del proscrito Lorenzo Córdova.
Cuando hablamos de corcholatas sólo nos referimos a tres candidateados desde Palacio Nacional: Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López y Marcelo Ebrard.
No está Ricardo Monreal, jefe del control político del Senado de la República, porque él no acepta ese término y tampoco está en el ánimo presidencial para tamaña herencia.
De cualquier forma, los datos perfilados son importantes porque, como anunciamos desde diciembre, en enero serían llamadas las corcholatas para planear la siguiente etapa de sus precampañas.
Los tres tienen equipos ya integrados tanto desde análisis de circunstancias, ruta de lugares a visitar, con quién entrevistarse, cómo aparentar arrastre popular y cuarto para respuesta de riesgos.
DESDE EL PODER
El control de daños es clave. Ahora lo vemos tras el accidente del Metro, pues sorprendió a Claudia Sheinbaum en gira de promoción por Michoacán y es sometida a críticas sin fin desde todos los ámbitos. Ella ya tiene la voz purificadora presidencial.
Las corcholatas, mientras tanto, están confiadas. Si les prometieron juego limpio –“piso parejo”, dice Marcelo Ebrard- y seguir adelante con su proselitismo, deben confiar hasta el último momento en la promesa presidencial.
Eso hace también Ricardo Monreal, quien no tiene en mente renunciar a la candidatura presidencial ni al liderazgo del Senado ni a Morena y menos pedir licencia a su escaño.
Fue rechazada, empero, la otra propuesta de Ebrard: licencia para hacer precampaña sin cargo público y por supuesto sin recursos oficiales.
El canciller es el más confiado, pues dicen sus cercanos:
-Tenemos todo para ganar: somos los más conocidos y también los de mayor estructura. Si nos juegan sucio, denunciaremos. Si juegan derecho y no ganamos, nos retiramos. Pero si todo es derecho y perdemos, pues ¡qué pendejos!