¡Juez guerra!
Si en alguna ocasión y por ingratitud borrara de mi memoria el nombre del excelentísimo juez de la Audiencia Nacional de España Don José Antonio Choclan Montalvo (penalista de prosapia), no por ello olvidaría sus grandes conocimientos que nos conducen al manejo de los conceptos que hoy expongo: “o los jueces de esta audiencia somos totalmente independientes o, en lugar de impartir justicia, la destruimos al cometer acciones ilícitas, o la justicia es independiente del poder político y económico, o no es justicia”.
En efecto y dado a esos grandes conceptos expresados, hoy la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México, puede afirmar, sin dubitación alguna, que en la justicia sin una concreta y eficiente garantía de independencia, los jueces quedarían reducidos a la nada o se convertirían total y necesariamente en instrumentos miserables de la injusticia y corrupción.
Albert Camus, gran filósofo francés cuyo pensar se desarrolla con base en el razonamiento, escribió en su obra “el hombre rebelde”, en la escena en la que el juez, harto de irreverencia y desacato de una mujer de la vida galante, un insultó de manera poco ponderada gritándole
¡puta!. Habiéndo respondido ella con mayor energía !juez!. En esa obra el filósofo planteó la duda de cuál fue la ofensa más grave. Porque ser un juez dependiente como enseñara el inigualable José Antonio Choclan Montalvo es ser un juez despreciable y la palabra ¡juez! cabe en ciertos casos a ser una denostación.
Nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en el ayer hacía de la independencia una condición indispensable de la justicia. El rasgo sobresaliente de la toga de un juez, lo era el de ejercer su mandato jurisdiccional, es decir impartir justicia de forma independiente, sin actitud o condición ajena al <imperio de la ley> o contraria a la exigencia de imparcialidad y objetividad.
En el México de hoy y con Rafael Guerra Alvarez a la cabeza del Poder Judicial de la Ciudad de México y, dada su dependencia de la política, nuestra Capital de la República, carecerá de la independencia que se requiere en el ejercicio del Poder Judicial y no quedarán liberados los jueces de la servidumbre de los mandatos de otros Poderes de la Unión. Habrá continuidad de presiones abiertas y directas de otros Poderes para dar continuidad a la impunidad de Guillermo Alejandro Sesma Suárez
(violador de la integridad sexual de sus tres menores hijos), su hermano Jesús Sesma Suárez, importante y destacado político de la República, propició esas reformas que lograron que Rafael Guerra Álvarez se reeligiera.
Ahora, el ¡juez Guerra! está obligado a pagar el favor, dando continuidad a esa impunidad.
Es cuánto.


