COLUMNISTAS

Entre togas e inciensos

El aroma del incienso y copal mixteco, así como variadas vestimentas de colores ancestrales han arribado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Cuando la Academia de Derecho Penal del Colegio Nacional de Abogados Foro de México ha venido refiriendo los ideales de justicia, de manera simbólica describe la figura de la Diosa Themis, en cuyas manos se sostiene una espada y una balanza.

Por ancestral tradición, esa deidad de la justicia, representa los valores de ella. Este símbolo por desventura ha variado el día primero de septiembre de año que corre, ya que el ministro mixteco Hugo Aguilar Ortíz, en la zona arqueológica de Cuicuilco llevó a cabo una disque “histórica” consagración de bastones de mando y servicio, que representan el poder, la autoridad y la confianza de una grave responsabilidad de impartir justicia.

Dada esa ceremonia, se ha modificado aquella histórica espada y balanza y a partir de ya, se deberá portar el bastón de mando. Ahora la simbología de la justicia se va a resumir con los elementos de un bastón de mando, invención de Andrés Manuel López Obrador.

A la abogacía independiente de la República le parece de sumo agravio a la ley, y al reconocimiento que merecen las garantías individuales insertas en la Constitución Republicana, que a partir del día primero de septiembre tengamos que respetar ese malnacido capricho presidencial.

Según la nueva usanza instalada por el ministro mixteco Hugo Aguilar Ortiz, nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación, deberá de dejar de ser representada por la hija del Dios Zeus y la divinidad Themis, ahora deberá ser encarnada por Quetzalcóatl y la Diosa de la muerte y el sacrificio gobernante de las Tzitzimimeh (seres sobrenaturales del inframundo) cuyo nombre es Itzpapálotl.

Con el arribo del bastón de mando, en esta tragicomedia de la justicia, desaparece de nuestro entorno la impartición de ella, aquella diosa castigadora que velaba sutilmente por la equidad de defender al pueblo de la injusticia con su espada ha muerto.

En concepto del ministro electo por voto popular Hugo Aguilar Ortíz, hoy serán las etnias las que velen por los mandatos que sean emitidos por diversos Poderes de la Federación, o al menos así lo interpretamos numerosos mexicanos.

Aquella balanza que resultaba vital para encontrar el equilibrio e imparcialidad, hoy se encuentra encarnada por ese bastón en cuyo nombre se dibuja la sumisión.

La venda tradicional de la diva de la justicia, ahora ha sido substituida por el voto del pueblo sabio. Deja de existir la imparcialidad y capacidad de juzgar sin favoritismo para arribar a la justicia selectiva que el pueblo quiere y el poder requiere.

La ponderación de los hechos se ha perdido; fue destronada por aquellas demostrativas que en su momento favorezcan al dedo indicador.

La toga que fue dignamente portada por muchos en el ayer y que representaba la solemnidad de los jueces, a partir del primero de septiembre será substituida por las vestimentas autóctonas que portará nuestro ministro mixteco.

Solo basta una aclaración para llegar a una conclusión.

Ser mixteco no es lo mismo que ser zapoteco.

El desconocimiento jamás se encontrará por encima de la aplicación de la ley.

Es cuanto.